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"El océano contiene la historia de la humanidad. El mar guarda todas las voces de la tierra y las que vienen desde el espacio. El agua recibe el impulso de las estrellas y las transmite a las criaturas vivientes", señala la sinopsis del filme ganador de un Oso de Plata al mejor guión en el último Festival de Berlín.
El botón de Guzmán enlaza la historia del genocidio indígena de la Patagonia. Fueron antiguos "desaparecidos", a finales del siglo pasado, arrojados al mar como lo hiciera cien años después la dictadura de Pinochet. Aquel botón que un marino inglés le ofreció a un indio para que subiera al barco que iría a Inglaterra, y que fue hallado en el fondo del mar. Ése, "El botón de nácar", reconstruye el destino de quienes también fueron arrojados al mar por el dictador chileno (que se calcula superan el millar), torturados e inyectados con pentotal, atados a un trozo de riel...
En uno de los testimonios de la película se cuenta cómo el hierro era atado a los cuerpos, envueltos en plástico y arpillera, y finalmente arrojados al Pacífico. Un ejemplo fue el de Marta Ugarte, único cuerpo que emergió desde el fondo del océano y que apareció en una playa de la región de Coquimbo el 12 de septiembre de 1976. Según se relata, uno de los alambres que la unían al riel fue usado para estrangularla, pues seguía viva a pesar de la inyección letal que le aplicaron antes de subirla al helicóptero. Una vez en el agua, el riel se soltó y su cadáver emergió.
De la misma forma, el prestigioso director chileno reconstruye el fatal destino de tantas etnias indígenas, vinculados al mar del sur de Chile, con los relatos de descendientes kawésqar, que Guzmán llegó a conocer, entrevistó, y cuenta que en su idioma no existen palabras para dios o policía o para conceptos relacionados con lo trágico.
La naturaleza para ellos tenía un sentido incomprensible hoy, porque veían la vida y el mundo de otra manera, con otros ojos y con el mar como parte de ese mundo. Cuenta el director que los selknam, por ejemplo, pintaban sus cuerpos y se cubrían con máscaras de troncos de árboles… con la idea, tal vez, de que así se relacionaban con la naturaleza terrenal y astral.
Guzmán con “El botón…” continúa una trilogía que abrió con "Nostalgia de la luz", ambientada en el desierto de Atacama y los desaparecidos de allí, y que terminaría en “La Cordillera de los Andes”. “Los botones son una muestra de que el agua nos habla (…) En ella podemos escuchar a indígenas y desaparecidos” (…) “Si no se investiga la memoria, el futuro se cierra", dice Guzmán.
"El botón de Nácar", es un documental imperdible de uno de los más grandes documentalistas del mundo y de todos los tiempos. Tan terrible como bello, intenso, con testimonios y un desarrollo histórico realizado de manera impecable. La voz en off de Guzmán, señala un crítico “con su dulzura y precisión imprime poesía y ulterior encanto a esta obra de arte indiscutible en su género”.
Luego del film hubo tiempo para debatir con lxs espectadores, sobre la realidad chilena. En el país hermano se ha vuelto a desatar una represión que ya lleva casi tres semanas y una movilización sin precedentes.
Y ese film, que tiene un hilo conductor entre el exterminio de los pueblos originarios del sur de Chile y la dictadura militar de Pinochet, a pesar de su dureza documental, ofrece la belleza de las imágenes, un guión impecable y las entrevistas que muestran la intimidad y el respeto para abordar el tema de la memoria.
Entre los presentes se encontraba Alejandro Avots, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos Vicente López, que brindó sus impresiones sobre el documental, su visión sobre los DD.HH. y la importancia de luchar por la libertad de Lula.
* El ciclo tiene lugar el 1er. y 3er. jueves de cada mes. La próxima fecha es el 21 de noviembre a las 18.30 hs, Aristóbulo del Valle 1631. Entrada laica, libre y gratuita.
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