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Jueves 28 de Marzo de 2024   











Cuentos para todos: de los orígenes a la actualidad
22/4/2016 Región Metropolitana Norte

 
Unamuno nació en Bilbao en el País Vasco. Adquirió desde joven una sólida cultura humanística y, como estudioso de los clásicos latinos y griegos, ocupó todos los géneros literarios, el periodismo y la docencia, además de incursionar en el pensamiento filosófico. Se convirtió en el liberal más influyente de España.
En sus novelas predomina el pensamiento sobre la acción y entre ellas se destacan: Paz en la guerra (1897), Niebla (1914), La tía Tula (1921), llevada al cine en 1964, y Como se hace una novela (1927).

Después de haber actuado en las filas liberales y de haber proclamado la república española en Salamanca, Unamuno comienza a tener discrepancias con el gobierno republicano de Azara. Al iniciarse la guerra civil (1936), apoyó los rebeldes y hasta hizo un llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyen a los sublevados, declarando que representaban la defensa de la civilización occidental y de la tradición cristiana.
Poco le dura el entusiasmo, al ver a numerosos amigos y conocidos encarcelados, torturados y fusilados. A principios de octubre, Unamuno visitó a Franco en el palacio episcopal para suplicar inútilmente clemencia para sus amigos presos.

Unamuno se arrepintió públicamente de su apoyo a la sublevación durante el acto de apertura del curso académico (que coincidía con la celebración de la Fiesta de la Raza), el 12 de octubre de 1936, en el Paraninfo de la Universidad. Varios oradores soltaron tópicos acerca de la «anti-España», y allí se produce una reacción que se hizo famosa, por lo virulento del hecho y por las contradicciones del intelectual. («¡Viva la muerte!», «¡Muera la inteligencia!», fueron las frases lanzadas contra Unamuno que no se arredró frente a la prepotencia).
El texto donde se relata el hecho y las palabras de Unamuno puede leerse en:
http://www.sprensalibre.com.ar/index.php?id=3242

Para Josefina Delgado (ex sub secretaria de cultura de la ciudad de Buenos Aires), Unamuno no tuvo una ideología global: “El sentido de la vida residió para él en la lucha por una meditación que revelara la verdad contingente”, explica, y señala que lo más coherente son sus novelas es: “la necesidad de replantearse la originalidad del sentimiento concreto de la existencia frente a las explicaciones racionalistas”, en un camino similar al de Chesterton o Papini. Con respecto a sus ensayos, Delgado considera que recuerda a Larra (ver capítulo 59): “fue feroz en la crítica y buscador de la polémica”.

Con respecto al periodismo, Unamuno critica a la prensa informativa por su visión fragmentaria. Cuando empezó la guerra ruso japonesa, para explicar el por qué de su negativa a seguir sus alternativas por los diarios, dijo: “Cuando concluya, no faltará quien me la cuente ordenada y orgánicamente”.
Para él, la sección telegráfica de un diario no son noticias ni información, sino “la primera materia para elaborarlas”. Y con respecto a la lectura y al estar al día contaba una anécdota de quien: “dejó de leer libros para leer revistas de ellos, luego leyó revistas de revistas, y acabó por no leer más que catálogos. Y se ha curado de ello volviendo a los libros, pero a los libros permanentes y universales, a las obras clásicas”.

De Unamuno puede leerse el cuento “El contertulio” en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/unamuno/contertu.htm
“La venda”, en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/unamuno/venda.htm
“San Manuel Bueno, mártir” en:
http://www.rinconcastellano.com/biblio/sigloxx_98/unamuno_smbm.html


Link Permanente:  http://www.prensalibre.com.ar/index.php?id=10270
   
  
 
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