El viernes 5 de octubre en el salón de cultura del Colegio de Abogados de San Isidro, se realizó la presentación del libro de Sara Garino, Monumento al Gral. Martín de Güemes. Trata de la memoria de una hija recordando a su padre, el escultor Víctor Garino, cuando trabajaba sobre la escultura del General Martín M. de Güemes levantada en la Ciudad de Salta.
Hubo agradecimientos para al Dr. Alberto Zeballos director de cultura del colegio de Abogados, estuvieron familiares, amigos, la C.D. de la SADE, Mirtha Gaitán, su presidenta; el grupo de Literatura de Los Naranjos, y el de filosofía; la Sra. Berardi, de la casa de Salta. Y la amiga y colaboradora Elba Sánchez (Pte del Centro de Jubilados Los Naranjos)
Durante el acto María Bárbara Hagopian hizo la presentación del libro. “Los libros son hijos concebidos del espíritu creador y cuando se trata del primer libro este espíritu gravita aún más. Y en un momento pide nacer. Hoy es el momento. Ahora el instante.” Hubo música, baile, la autora firmó ejemplares, y se compartió un lunch al finalizar la presentación.
El digno homenaje que una hija ofrenda a su padre Sara Garino relata a través de sus preguntas la vida de su padre, su infancia, su juventud, su madurez, sus triunfos, con un lenguaje ameno, coloquial y lleno de ternura. Elba Sánchez, alma máter, que reúne y da impulso a la literatura cuenta: “Un día Sara me dijo casi en secreto: ‘Querría escribir la biografía de mi padre, pero no se escribir biografías’. Le respondí: si tienes deseos, es que ya has comenzado a escribirla”. Sara recuerda: “El estudio de papá es un lugar mágico, cuando el sol atraviesa esas paredes de vidrio, las esculturas van tomando otro color. Un blanco brillante del yeso o un reflejo dorado del bronce. Me encanta caminar por ahí.”
Sara conserva el cuadro de su papá que hizo Antonio Alice (1886-1943, el pintor que hizo el cuadro de San Martín y “Los constituyentes del 53”). La realización del libro a Sara le llevó: “Todo un año de labor… Fui juntando y ordenando los papeles, por lugar, por fecha, tenía miedo de cometer un error. Y los papeles que tenía papá me llevaron mucho tiempo… Primero junté los papeles, después escribirlo, corregir lo que no me gustaba, todo un año. Cuando murió, yo junté todo”. Sara escribe que en un libro sobre la obra de Quinquela Martín, “el autor que era amigo de mi padre cuenta que le dijo a Quinquela: ‘tenés que escribir tu biografía, la gente quiere saber quién sos. Pero él le contestó: no soy escritor”, y el amigo, Andrés Muñoz, lo escribió. “Poco después encontré en un cajón de mi escritorio un ejemplar del diario “El Tribuno”, donde en un titular a tres columnas decía en mayúsculas: ’Víctor Garino ese desconocido’”.
“Entonces César Perdiguero, el poeta, recuerda Sara, fue el que me movilizó, nos invitó ir a Salta. Ese título lo vi, y dije hay que hacer algo, no puede quedar así y vi que tenía muchas cosas, el libro tiene mucha documentación, hay fotos de Italia, Papá nació en 1878, y a los 24 años tuvo la beca (tres años en Europa, que pudo estirar a cinco, ahorrando y comiendo poco). Yo no inventé nada, allí puse la documentación. Fue muy divertido, lo pasaban bien”. “Para él ir a Europa fue algo maravilloso, ver el arte, los cuadros, los monumentos… y se hizo amigo de muchos que estaban allí, como José Ingenieros, Juan Ferrari, el escultor uruguayo que hizo el monumento al ejercito de los Andes, él trabajó allí en ese monumento. Todo está documentado”.
El escultor y el padre Víctor Garino ganó premios por proyectos presentados por él. Aunque muchos no se hicieron. El de la República, lo ganó pero no se hizo. El del general Necochea, él lo gano y lo hizo (está en plaza de Necochea, en Salta, donde una calle lleva el nombre del escultor). En 1981 se erigió en Buenos Aires una réplica del monumento, en Figueroa Alcorta y Pampa. Después vino otro concurso. Y empezó el entusiasmo por mejorar la ciudad, porque por entonces los monumentos eran todos traídos de Europa, no tenían que ver con lo argentino. “Cuando se presentó mi papá lo felicitaban, porque por primera vez era argentino el escultor” “No hay que hacer un caballo cualquiera, sino el que es, decía mi padre, por eso el caballo de Güemes fue muy elogiado, porque era un caballo de la región”.
Mi padre decía que “los monumentos tienen que decir algo”. El trató de mostrar eso. Y justamente eso apreciaron los críticos, porque se ve que él iba buscando la realidad. “Tenía un gran amor a la patria, era un fanático por su país. Cuando hicieron el Güemes tenían que pasarlo al bronce, él mismo lo hizo en el Arsenal de guerra de acá, y controló que todo fuera argentino. Aunque le decían que lo mandara a Europa. Él quería que todo fuera argentino”.
Víctor Garino murió en enero de 1958, cuando iba a cumplir los 80, “Yo estaba embarazada de mi hijo Miguel que nació en agosto, y fue un momento muy duro, porque sufrí muchísimo con su muerte” cuenta Sara. Para Sara, el haber hecho el libro “es como el nacimiento de otro hijo, porque realmente fue tan afectuoso todo, me dio esa impresión... Eso fue lo que sentí cuando me trajeron los primeros ejemplares”.
Sara, orgullosa de su padre, de su trabajo, de haber podido escribir el libro que lo homenajea, tiene palabras de reconocimiento para Florencia y Fernando por la impecable diagramación y compaginación del libro. “La chica con la que traté es un amor, me trajo la foto con varios colores de tapa, y yo elegí esta porque es hermosa. Lo empezamos a mitad de año y hubo que corregir bastante, este año se atrasó por mis problemas de salud, pero al fin salió… yo lo había escrito a máquina, y ella lo compaginó… me llevó unos cuantos meses todo, pero al final, acá está”.
