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Viernes 19 de Abril de 2024   











Peluquera la profesión de su vida.
27/3/2019 Vicente López - Entrevistas

 
Elida Soria cumplió 99 años en enero, un cumple que festeja dos veces por problemas de anotación (oficialmente cumple dos días después). Prensa Libre la visitó con ese motivo, aunque años antes se le había hecho una nota como peluquera de La Lucila, un barrio donde vivió y trabajó durante muchos años. “Hasta los 95 era una mujer sanísima que me sentía de 40. Pero me hizo mal, porque me abusé, creyendo que podía todo”.

Elida Soria es una figura popular en La Lucila, por lo menos para la mayoría de las mujeres que la tuvieron como peluquera durante muchos años. Por eso, como ella cuenta orgullosa: “Hasta los 95 era una mujer sanísima que me sentía de 40”. Aunque reconoce: "Pero me hizo mal, porque me abusé, creyendo que podía todo, me dio un tirón repentino en el ciático que me inmovilizó; después, el médico me dio una inyección que me produjo alergia (fue a los 95). Y ¡sabés lo que pasé, hasta que di con un médico que me empezó a tratar y pude superarlo!... Ahora el doctor me dice que estoy muy bien, ‘usted no se imagina cómo está mucha gente con 20 años menos’, me dijo…”

Nació dos veces…
“Yo nací el 4 de enero de 1920, pero me anotaron dos días después, porque en esa época vivíamos en Portela, un pueblito cerca de Baradero, y mi papá no pudo ir enseguida: fue dos días después…” Por eso celebra dos veces su cumpleaños: ‘el cuatro y también el seis’.

El papá era español y la madre argentina hija de italianos.
Nació en Portela y a los 7 años toda la familia viaja a España, la Guerra Civil Española hace que su mamá con los 4 hijos vuelva a la Argentina, el papá se queda en España.

“Qué vas a hacer, me preguntaron, tenía 16 años, cumplí los 17 en Argentina. Mi papá se quedaba, y ¿qué hacía yo? Mi papá me dijo que viniera, porque era la más grande y podía ayudar a mamá, y yo empezaba con un amorcito… que tuve que dejar, pero al final vine... con mi hermano de 15 y los más chicos”.

Aquí Elida inicia su profesión de toda la vida
Enseguida empezó a trabajar en peluquería… “porque me gustaba”, cuenta. “En aquella época los peinadores tenían un ayudante para alcanzarle las cosas, en general eran hombres y de origen italiano. Mi tía (hermana de la madre) me llevó a una peluquería que conocía, y empecé a aprender, a barrer, juntar las cosas… mi mamá me decía: no importa, vos vas a aprender. Yo le decía a Miguel (el peinador), no te enojás, dejame hacer los rulos a mí… pero mostrame como los hacés. Y yo como lo veía a él lo hacía, y me gustaba y allí aprendí más o menos. No me pagaban, me tenían por las propinas. Pero un día Miguel me dijo: ‘no seas tonta, vos ya sabés’. Y una manicura que había allí me dijo ‘yo te enseño’…”

Luego de un tiempo, una de las tías se enteró que necesitaban peluquero por Cabildo y Lacroze. “Me fui enseguida cuando me lo dijo, porque me pagaban, y trabajaban otras chicas. Yo tenía más o menos 18 años. Ahí me quedé porque trabajaba y aprendía, y como al año, un día me llama el dueño y me dice a mí y a otra peluquera: ‘yo voy a abrir una peluquería en Flores y las quería mandar a ustedes para inaugurar. Las dos estábamos muy cómodas, pero al fin fuimos. Ahí ya nos aumentaron y nos fuimos las dos a trabajar”.

Elida cuenta que el lugar era muy grande y el dueño le alquiló a una sombrerera una parte de las vidrieras para trabajar y atender (por entonces se usaba mucho el sombrero). “Así estuvimos dos años y pico, cuando el dueño nos dijo: ‘chicas, decidí cerrar, me quedo con otro negocio’, y vendió. Allí pensamos, con la chica de los sombreros, que si la clientela la atendíamos nosotras, y éramos nosotras las que manejábamos todo... Entonces nos pusimos a buscar un negocio y encontraron un local para alquilar, chiquito, a dos cuadras de la plaza Flores”.

Instalarlo era la cuestión, pero ahora todo era distinto: ”A todo esto, como yo había estado ganando más, mi mamá dejó de trabajar para atendernos y mis hermanas iban a la escuela. La familia alquiló un departamentito en Flores, con la ayuda de las tías, las hermanas de mamá”.

La peluquera
Cuenta Elida que una amiga de su mamá les vendió las cosas de peluquería, y las ayudó con algunas herramientas para empezar. “Y así, con la amiga de los sombreros continuamos con los clientes y allí estuvimos hasta que me casé a los 26… Entonces le pedí a mi papá que viniera y vino; nacieron mis hijos y en 1951, cierro la peluquería”.

Pero más adelante el destino la lleva a desarrollar su profesión en La Lucila, primero instala su peluquería en Maipú al 2800, después en Rawson y Moreno y se instala definitivamente en Elflein (frente a la estación).

Por los 70 años de profesión, sus clientes, como reconocimiento le hacen un festejo y le entregan una placa, evento del que participó también Prensa Libre. Por entonces ocupó un cargo en la Cámara de Peinadores de la Zona Norte, y a través de ella participó en campeonatos de peinados y cursos en el extranjero. "Fuimos a España, Alemania, Francia, Italia, Holanda...” relata, y Prensa Libre le hace un reportaje por su trayectoria en la zona. “Hasta los 92 años trabajé en La Lucila, aunque mi hijo me decía que tenía que dejar de trabajar”.

Ahora, ya jubilada, para mantenerse en estado hace yoga y le gusta escuchar noticias e informes sobre política y, por supuesto, le interesa todo lo que ocurre en el país. “Me gustan los programas de comidas, como los cocineros argentinos, aunque ahora están llenos de propaganda y eso me produce mucho fastidio. Claro –cuenta- a mí me gusta cocinar, cuando me dejan… para el casamiento de Alicia (su hija), yo preparé las comidas, y ahora no me dejan mis hijos, por miedo a que me pase algo, protesta.

Volviendo a su profesión, confiesa que lo que más le gustaba era el corte y la tintura. “Ahora hay muchos peinadores, pero pocos cortadores”, reflexiona.

El futuro
Cuando se le pregunta cómo se prepara para los cien años que se vienen el año próximo, tiene fe y esperanza en ”llegar lo mejor que podamos”. Tal vez, su mayor preocupación reside en la situación del país. Por eso, cuando se le pregunta qué siente hoy, después de vivir 99 años, ante la actual situación, contesta: ”No soy muy optimista, de acuerdo a lo poco que voy analizando, económicamente vamos mal, políticamente vamos mal, y no creo que tenga arreglo tan fácil. Me parece que aunque viniera un buen gobierno, lo económico está muy difícil, no creo que nos podamos levantar fácilmente… Solamente el pensar en los miles de millones que ahora debemos… va a ser muy difícil..."

Para quien vivió tantos años, que supo estudiar, trabajar y labrarse un porvenir, no debe ser fácil resignarse ante una situación difícil y, seguramente, ella podrá dar más de un consejo a los actuales dirigentes políticos, ya que supo y pudo salir adelante, con esfuerzo propio y voluntad, sin endeudarse inútilmente y pensando en los suyos antes que en sí mismo… pero es otra historia.


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