La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo encontró a Francisco Madariaga Quintella, el hijo de Silvia Quintella Dallastra, una médica que nació en San Fernando, vivía en Acassuso con su pareja y estaba embarazada. Trabajaba en una clínica de Beccar y hacía una residencia en el Hospital de Tigre. Fue secuestrada en Florida, y detenida ilegalmente en Campo de Mayo, dio a luz en el Hospital Militar, le robaron su bebé y nunca se supo qué fue de ella. Es el primer nieto restituido del Bicentenario.

«En zona norte hubo gestos respetuosos de los intendentes. Se hizo la semana por la identidad, de Martínez a Tigre; en Vicente López la comuna consiguió un espacio para el juicio de Campo de Mayo», le dijo a Prensa Libre Estela Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, al anunciar la restitución de Francisco Madariaga Quintella.

Francisco, un joven de 32 años, es hijo de Silvia Quintella Dallastra, una médica de Acassuso, de 28 años, que fue secuestrada embarazada, en Florida, el 17 de enero de 1977. Su caso es el Nº 143 de la Conadep y es una de las víctimas, en el juicio oral y público por Campo de Mayo, que se realiza actualmente en Vicente López.

La doctora de Acassuso estaba terminando su residencia en cirugía en el Hospital de Tigre, pertenecía a la juventud peronista, militaba en Montoneros y en la niñez había vivido en Punta Chica, en el partido de San Fernando. Su secuestro se produjo en Yrigoyen y las vías del Ferrocarril Mitre.

En el Polideportivo Municipal Florida Oeste, sede de la Sociedad de Fomento José Hernández se enjuicia a los represores Reynaldo Bignone y Santiago Riveros, entre otros, por ser los cabecillas de la llamada zona 4 que abarcó las comunas de San Martín, San Fernando, San Isidro, Tigre, Vicente López, y otras al norte y del oeste.

«El apropiador me tenía en San Miguel, vivía en San Miguel. Todo sucedió en febrero de este año. Mis dudas venían de hace mucho tiempo, hace más de diez años, pero resolví todo ahora en febrero. Fue todo muy rápido», le dijo a Prensa Libre Francisco, muy emocionado y alegre por conocer a su padre y a otros familiares de sangre.

Francisco se refiere al apropiador Víctor Alejandro Gallo, un oficial de inteligencia del ejército, que durante la dictadura se desempeñó en Campo de Mayo, en los ´80 fue cómplice en el robo a una financiera, participó en los levantamientos «carapintada» y en el homicidio de una familia completa conocido como «la masacre de Benavidez».

Gallo fue absuelto por los asesinatos, pero lo condenaron a 10 años de prisión por robo calificado y tenencia de armas de guerra. Actualmente, hasta su detención por la apropiación de Francisco, el viernes último, se dedicaba a la seguridad privada en la empresa Lince, según la información vertida por la entidad Abuelas de Plaza de Mayo.

El padre de Francisco es Abel Pedro Madariaga, actual secretario de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, quien durante años, junto a su madre y a la madre de su esposa desaparecida, buscó al niño apropiado.

«Yo sé por haberlo vivido que los apropiadores te crean miedo. Les puedo decir a los chicos que no tengan miedo, que se puede» dijo Francisco, y agregó: «Te crían psicológicamente mal. Que estés abajo, con miedo a vos mismo. Que no puedas hacer tu vida para que no te des cuenta de una realidad. Te van inculcando culpas.

La Abuela, Estela Carlotto, por su parte, dijo que en la búsqueda de nietos robados durante la dictadura «en general tenemos apoyo de la Presidenta, las autoridades municipales, y los gobernadores» sin embargo, «en nuestra república, que es enorme, hay todavía imposibilidad de que accedan todos a conocer su verdadera identidad».

Para la comprometida Abuela: «Todavía no hay un aprendizaje democrático. Nosotras sabemos que la sociedad se mueve al compás de la información y el monopolio de los medios no informa sino que deforma, entonces a veces la opinión de la sociedad se deforma con esa errónea información».

Estela Carlotto avaluó: «A veces nos hacen aparecer como si fuéramos una fundación de mujeres que no tenemos nada que hacer y estamos acá por gusto, para salir por la televisión. Si hay alguien que piensa así son los que escuchan mal porque se los informa mal» advirtió, pero explicó: «No hay que culpar a la sociedad por esto».

«Sino –puntualizó la Abuela- a los que no quieren la verdad, porque quizá les toque a ellos su San Martín. A nosotras nos convocó un dolor enorme: la dictadura. Formamos esta familia siendo muy diferentes y las que ya conocieron a sus nietos siguen viniendo porque nos une el amor, la lucha, y el compromiso con nuestros hijos».