|
Empresas periodísticas: ¿Información o presión?
Fue el 12 y 13 de octubre cuando los canillitas cerraron sus kioscos y no vendieron diarios. Es raro, porque sólo en unos pocos días al año ocurría eso, pero esta vez el reclamo central estaba dirigido a dos empresas monopólicas a las que les reclamaban la restitución del salario recortado por la crisis de 2001.
Esas empresas, a las que no puede llamarse con verdad “periodísticas”, porque su objetivo principal ya no es informar a la ciudadanía, sino participar en todos los ramos de la comunicación y sus derivados, haciendo negocios, interviniendo activamente en la vida social y política, y hasta respaldando o atacando a diferentes grupos políticos, tratando de incidir, no en el conocimiento sino en la vida misma de la ciudadanía, dirigiendo sus gustos, sus acciones y hasta sus preferencias políticas.
Prensa Libre se acercó a los canillitas, quienes se preguntaban, y nos preguntaban, quiénes se creían que eran Clarín y La Nación, por ejemplo, para manejar su vida, y la de todos; y así conocimos sus explicaciones, y las presiones que reciben de los grandes monopolios de la comunicación.
El mencionado popularmente “diarero” o “canillita”, trabaja todos los días del año, con lluvia o con sol, cumpliendo la fundamental tarea de mantener informados a sus vecinos. Por supuesto, en los últimos tiempos la población también se entera de lo que ocurre a través de otros medios (radio, TV, Internet), pero ‘como lo escrito no hay’, decimos los más viejos; porque da una mayor autenticidad al mensaje y, además, da tiempo para razonar sobre él (aunque a veces no lo hagamos).
¿Cuál es el mensaje?
Hoy, el mensaje que llega al receptor, al público, proviene de esas grandes empresas comerciales (muchas de ellas internacionales), que “le relatan” a usted lo que está pasando en el mundo, en su país y, a veces, hasta en algún municipio, si reciben la pauta correspondiente. Aunque lo intentaron, todavía no pudieron liquidar a los medios locales más independientes (como Prensa Libre), que muestran lo que muchas veces no aparece en los grandes medios. Pero, esa principal versión de los grandes (porque ellos ya manejan casi todos los medios), es a veces la única voz que recibe el lector-oyente-espectador-internauta, para conocer la realidad que lo rodea.
Claro que ‘el medio’ tiene que conocer, elaborar y brindar la información, en un proceso que no es sencillo, y que muchas veces está teñido por los propios intereses del emisor, que tal vez debe contradecir la información que recibe, para adecuarse a una realidad que entra, acaso, en un juego de conveniencias, necesidades y adhesiones, no siempre claras para el simple lector…
Son múltiples las conclusiones que cada uno podría establecer en cuanto a la relación entre medios y lectores, pero en este caso es evidente que la relación: productor de diarios y repartidor, está en crisis. Y ésta, para los canillitas, es por culpa de Clarín primero, “después La Nación y en menor medida alguno que otro actor de la industria gráfica abocado a las revistas”, afirma Omar Plaini, secretario general del Sindicato de Vendedores de Diarios, Revistas y Afines (SIVENDIA), de Capital y Pcia. de Bs. As.
¿Cómo llega el mensaje?
Los diarios llegan a la población a través de tres eslabones: los editores, los distribuidores y los canillitas. Principalmente, a partir de la crisis del 2001, algunos editores comenzaron a controlar a las distribuidoras (imponiendo precio, cantidad de ejemplares, horarios de entrega, etc.), que pasaron de 97 a sólo 9, por desaparición, fusión y concentración. Este sistema, casi exclusivo de Clarín y La Nación, afirman los vendedores que provoca las llegadas tarde de las publicaciones, la entrega discrecional, y la precarización del trabajo del canillita.
Y Plaini es claro en cuanto a la responsabilidad de cada uno: “Los distribuidores son responsables de los faltantes, hacen lo que quieren con las suscripciones, en muchos casos llegan a cualquier hora, etc. (…) Pero si me preguntan: ¿quién se quedó con parte de nuestros ingresos? Mi respuesta es: Los Editores. Si no estaría mintiéndoles, confundiendo la lucha que tenemos que dar y llevando al gremio a una pelea sin destino”.
Por eso el 7 de septiembre 600 canillitas marcharon a la puerta del Grupo Clarín (ignorado por los grandes medios). Porque, dice Plaini: “Nuestros reclamos deben estar concentrados en aquellos que nos precarizan… Los editores retienen parte de nuestro salario, hay que exigirles a ellos”.
Sólo quieren lo que les sacaron
Y aquel 20 por ciento que Clarín y La Nación le quitaron al salario de los canillitas, por la crisis del 2001, nunca fue repuesto. Y la venta de diarios, que era de más de 2 millones en los 70, casi nada en el 2000 (en 2014 llegó al millón), por supuesto, provocó el cierre de muchos quioscos. Y mientras el precio no aumente, los canillitas siguen ganando lo mismo. Aunque queda claro, como afirman todos ellos, que no se pide aumento del precio de tapa, como ya ocurrió en 2012, porque eso sería cargar sobre las espaldas del trabajador cualquier mejora que podrían obtener.
Acaso la cuestión pase por los ingresos de los grandes medios en publicidad. Porque aunque el precio de tapa del diario no representa lo que cuesta hacerlo, la publicidad es cada vez mayor. El poder monopólico de llegada de los medios combinados permite que se concentre la publicidad. Observe el lector las páginas enteras y dobles que se publican por estos días en La Nación, por ejemplo, que ocupan mucho mayor espacio que la información.
El mismo semanario Prensa Libre es un ejemplo, al cubrir sus costos con publicidad puede repartirse gratuitamente. (Algo que podrían hacer los grandes medios, como hicieron durante el paro, entregando miles de ejemplares en negocios y transportes de todo tipo y gratuitamente, la mayoría de ellos arrojados a la basura por los comerciantes solidarios.) Pero, como bien dice nuestro Papa Francisco, “el ciego amor por el dinero y el desprecio por el otro, no puede ser la única motivación de estas grandes empresas”, que se niegan a cumplir con sus obligaciones legales, que acuden a los tribunales para no pagar sus impuestos, como si los paga la población, que establecen alianzas con empresas de todo rubro para dominar los mercados, que quieren convertirse en los dueños del poder, aquí y en gran parte del mundo.
De ahora en adelante
Es difícil no estar de acuerdo con los canillitas en su dura lucha contra los que intentan manejar nuestras mentes y nuestros deseos; los que nos machacan sobre qué comer, con qué vestirnos, qué música escuchar, cómo peinarnos o por quién votar, según los intereses que ellos mismos representan… Pero esa lucha no es sólo de ellos, también es del resto de la población, que quizás en su mayoría no comprenda todavía que la tan mentada ‘libertad de prensa’ pasa porque todos podamos expresarnos o informarnos, en igualdad de condiciones, con la mayor variedad de voces, de opiniones, de razones y verdades…
Ahora los canillitas anuncian nuevas jornadas de lucha para el 8 y el 9 de noviembre. Por supuesto, van a recibir millones de críticas a través de los medios que manejan los poderosos. Hay que estar atentos y respaldarlos si es posible, porque no lo es todo, pero es un paso para comprender cómo juega el poder (que no está sólo en los gobiernos), y cómo intenta manejar la vida de los que no lo adviertan a tiempo.
Roberto Brey
Link Permanente: http://www.prensalibre.com.ar/index.php?id=7570
|
