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La música como la escuchamos actualmente
La palabra cámara en el ámbito musical, dicen los entendidos, implica una atmósfera íntima en un espacio relativamente reducido, pocos instrumentos y la interacción continua de los ejecutantes porque el rol de dirección no recae en uno específicamente.
Durante la edad media y el renacimiento la música de cámara se ejecutaba en lugares reducidos primero, como una suerte de ensayo de unos pocos músicos, y luego en reuniones en casas particulares.
Cada uno de estos condimentos estuvo presente el sábado último en el espectáculo, Música de Cámara–Aproximación a la Estética Musical del Siglo XXI, que presentó la Agrupación Diez y Cuarto Diez y Media en la Biblioteca Popular Madero.
El maestro Alberto Alonso, compositor y director de la agrupación musical nacida en 1996, acompañó con una guitarra criolla, los instrumentos se completaban con clarinete, flauta, flauta travesera, corno, guitarra eléctrica, violines, bajo, contrabajo y saxo.
Pero la propuesta era integral. Con la música como eje conductor si, pero a nuestra usanza más contemporánea, los ritmos se combinaban y articulaban con dramatización, danza, poesía y alocuciones con el fin de anclar en algún punto lo que disparaba la obra.
Los asientos del salón estaban acomodados casi en semicírculo, en una punta estaban los músicos y en el centro tenía lugar la acción, con actores y coreutas en escena. Alonso, a veces, también aportaba algún comentario, antes del comienzo.
Muchas veces, la familiaridad con la que músicos y demás se movían hacía olvidar al espectador que se trataba de una puesta en escena; daba la sensación de un grupo de amigos que tocaba y actuaba para otros amigos, no para un “público”.
La puesta se dividió en dos partes, café por medio. En la primera se ejecutaron: Catalina Howard; Estoico, un logrado solo de clarinete; La Traición; El Patio; y Sirenas. En la segunda, fragmentos de: Obra XXI e Invocación a las Musas; y Procesión del Consumo.
En diálogo con Prensa Libre el maestro reivindicó lo popular del arte. Para Alonso, el coro, es la mejor manifestación democrática del arte, igual que la orquesta, pues todas las voces son independientes, interpretan.
“Porque todos son iguales. No es que hay una voz que acompaña a otra; es como una reflexión de lo que uno cuenta, desde distintos lugares, cada cual hace su interpretación de lo que canta. Y eso es hermoso, valioso”, evaluó el maestro
Y agregó: “En los siglos XI o XII hubo un montón de obras anónimas y yo pensaba: pobre tipo, compuso y quedó en el anonimato, pero no, ellos por convicción creían que eran un nexo, para que el sentimiento de la gente llegara a plasmarse en la obra de arte”.
Por último, sobre el rol del público, Alonso indicó: “Esto lo dice hace tiempo la filosofía del arte, no lo invento yo, la obra toma su forma cuando el que la recibe le da esa forma en su percepción”.
Durante la presentación, el libro, bajo el título homónimo del concierto, de 160 páginas, con las partituras, la contextualización de cada obra, y las líneas de pensamiento y las cuestiones filosóficas que encierra la visión sobre el arte musical, estuvo a la venta.
Las presentaciones de la Agrupación Diez y Cuarto Diez y Media –Alonso reveló que el nombre surgió por el horario irregular en el que conseguían juntarse para ensayar todos los miembros- fueron declaradas de interés legislativo por la cámara baja bonaerense.
Gustavo Camps
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