Cuento para todos: de los orígenes a la actualidad
10/10/2013 - Artículos

Capítulo 11



Grandes cuentistas del mundo

Sin tratar de realizar un análisis de los innumerables cuentistas que ha dado la humanidad, es nuestra intención enumerar una serie de escritores que han hecho su aporte al cuento, que consiguieron lo que cualquiera puede anhelar por sobre todas las cosas: lectores que sean capaces de gozar con la lectura, que se sientan satisfechos por la trama, el efecto y la emoción que provocan.
Iremos de a poco y, eso sí, sin dejar de mencionar a algunos escritores que, por su valor, aunque no hayan escrito cuentos importantes, han contribuido al desarrollo de la literatura en general.


Un conservador que cuestiona su sociedad

El francés Honorato de Balzac (1799-1850) no es justamente un virtuoso del cuento, sino que su fama se debe a novelas como “Eugenia Grandet”, “La piel de zapa”, “Papá Goriot”, entre otras. Es considerado uno de los puntales (junto a Sthendal y Merimée) de los que algunos llamaron el realismo romántico, en la época en que la novela alcanza un gran desarrollo, abarcando todos los temas y estableciendo diferentes corrientes; crece el público lector, se incorporan las mujeres a él, y se inicia el auge del folletín, la novela histórica y la sentimental, entre otras.

Justamente Balzac es uno de los que desarrolla la complejidad de sus personajes, brindando a través de su vasta obra un fiel reflejo de la sociedad de su época, las diferencias sociales, el carácter y las pasiones de sus retratados; la descripción, la morosidad de su visión, señalan a un hombre obsesionado por entender y captar todos los matices de la vida de sus contemporáneos. “Pinto al mundo tal cual es”, se defendió el novelista ante las críticas; vicios y virtudes, la lucha entre el bien y el mal dentro y fuera de los hombres, formaron parte primordial de sus historias.

El punto de vista de Balzac, según su propia confesión, era el de la religión y la monarquía, su postura era conservadora, pero los resultados de su obra fueron cuestionadores para la sociedad de su época, con una pintura realista de las ambiciones y el egoísmo de la burguesía en ascenso. Sus ideas políticas casi siempre chocaron con su obra, porque Balzac privilegió la investigación concreta sobre sus personajes y volcó la verdad de las creencias, aspiraciones y vaivenes de los seres que imaginaba sin supeditarlos a ideas previas o a necesidades ideológicas, sino dándoles absoluta libertad para que vivieran la vida que les había otorgado su creador.

A lo largo de su, relativamente corta, vida (51 años) Balzac recopila en su “Comedia humana” más de 90 títulos, con unos dos mil personajes, y planifica muchos más que no llega a concretar. Y así describe algunos aspectos de su obra:

“La literatura se sirve del procedimiento que emplea la pintura, la cual; para hacer una figura hermosa, toma las manos de tal modelo, el pie de otro, el pecho de éste, los hombros de aquel. La tarea del pintor consiste en dar vida a esos miembros escogidos y volverla probable. Si os copiase una mujer verdadera daríais vuelta la cara”.

Lleva siempre cuaderno y lápiz, todo lo anota: colores, voces, inflexiones, nombres y apellidos. Cuando aborda un tema, ahonda en el estudio de códigos. En una novela donde trata un episodio de la Revolución Francesa: “Les gars”, se traslada a la región donde aún vivían campesinos que fueron testigos oculares o que combatieron, investiga en las bibliotecas memorias de contemporáneos, estudia las batallas y hace grandes extractos.

Balzac –dice el historiador y teórico Hipólito Taine (1828-1893)- con los 2.472 personajes de sus novelas representa, después del estudioso y precursor de la sociología, Saint Simon (1760-1825) y de Shakespeare (dramaturgo 1564-1616), “el mayor almacén de documentos que tenemos sobre la naturaleza humana”.

Continuará…

Roberto Brey


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