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Jueves 25 de Abril de 2024   











Buen cine distintas resistencias
16/11/2018 Región Metropolitana Norte

 
Terminó a duras penas sus cinco minutos de gloria y lo que vino después siguió los caminos habituales de este tipo de ceremonias, hasta que llegó la hora de los homenajes a la trayectoria. Uno de los premios fue para la gran actriz Mercedes Morán que lo agradeció y aprovechó para expresar sus temores ante lo que el rumbo de la política económica provoca en el ámbito cultural y terminó su exposición muy aplaudida y levantando el premio expresando “mi preocupación de todo el año temiendo que los enormes recortes presupuestarios impidieran su realización”.

Tal vez la mayor sensación de la noche la provocó la joven y talentosa actriz y directora Ana Katz, que presentó en el festival su último film que cuenta con la actuación de Morán y de Gustavo Garzón, “Sueño Florianópolis”, de próximo estreno. Katz leyó un documento personal que tal vez sintetizó el pensamiento de la mayoría de los que estaban allí y aman al cine: “Además de cuidar y promover la inserción de nuestras películas en el mercado, para mí el INCAA tiene un objetivo esencial que es dar espacio a películas que tengan una mirada personal; a las que se hagan preguntas; a las óperas primas, para que nazcan de a muchas; a las que experimentan y que buscan la libertad. De esas películas y no sólo de las que obtienen éxito de taquilla, es que se construyen nuestra identidad cinematográfica. Cuidemos nuestro cine, dentro del mercado, pero también como herramienta de batalla”.

En Buenos Aires se siguen estrenando películas en las condiciones de siempre: las argentinas amontonadas en el Gaumont, por poco tiempo y en horarios estrambóticos. Los tanques y las “exitosas” en las salas pochocleras de los shoppings y las poquísimas europeas en algunas salas chicas que aún existen. Queremos recomendar dos, una argentina y otra polaca que han tenido un cierto y merecido éxito relativo.

La polaca se llama “Cold war” y se desarrolla en los años cincuenta del siglo pasado (plena guerra fría, como se tendría que haber titulado la peli). El director es el mismo de la excelente “Ida”, que hace unos años ganó el Oscar a mejor película extranjera, Pavel Pawlikowski. Reitera aquí un maravilloso blanco y negro y el formato de pantalla cuadrada y se zambulle en un drama amoroso en el que las duras condiciones políticas y culturales que envuelven a los personajes adquieren una gran relevancia. Toda la primera parte del film es casi un profundo análisis antropológico de la música popular polaca y los intentos de rehabilitación de la misma después del horror de la guerra, luego la historia se va envolviendo con muchísima agudeza en los vaivenes políticos de la época: persecuciones, sectarismos varios, exilios, heroicidades y bajezas de todo tipo, siempre sin bajar línea, manteniendo el drama amoroso en primer plano hasta conseguir un final que pone el acento en el recordatorio de que el amor en tiempos difíciles es aún más extraño e inusitado, siempre cercano al dolor y la belleza.

“Rojo”, la última película del joven Benjamín Naishtat, comienza en un pueblo de una provincia innominada en el año 1975 con un extenso y misterioso plano secuencia que describe el pacífico saqueo de una casa normal de dos plantas por parte de vecinos bien entrazados que se llevan metódicamente y en forma casi organizada las pertenencias de la casa. Darío Grandinetti cumple a la perfección un papel central en la historia que va creciendo en el marco de una escenografía perfecta, de un año que va a abrir la puerta a la inminente dictadura militar. El tono de Naishtat que abarca tópicos y referencias muy de la época, por momentos es juguetón e irónico, pero sin alejarse del dibujo sin concesiones de un grupo de personajes pequeño-burgueses, llenos de hipocresía, que han ido construyendo a través del silencio, las mentiras, los aprovechamientos, los ocultamientos, no tanto formas de supervivencia sino estilos de vida que iban a marcar toda la sangrienta y brutal época posterior.
A pesar de su clara temática y del dramatismo general de las acciones y reacciones de los personajes, el relato del film se aleja de la forma clásica del tratamiento que se ha desarrollado en el mejor cine sobre los tiempos dictatoriales. Bienvenidas las nuevas miradas y estilos, mientras sigamos haciendo buen cine.

Alberto Poggi


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