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Miercoles 17 de Abril de 2024   











“Llevarnos mejor con el planeta”
28/7/2022 Tigre

Nunziata: “Para ser felices nos tenemos que llevar mejor con el planeta tierra”

El ambientalista Martín Nunziata (74) vive en las islas del delta hace 44 años. En esta entrevista propone un cambio de paradigma, más que un cambio de sistema político para resolver los problemas ambientales. Reivindica el trabajo persona a persona, oral, antes que las redes sociales digitales, aunque no desecha las tecnologías para comunicar. Además, señala que la felicidad no es hacer negocios para volverse rico sino compartir la vida con amigos y familia.

A los 14 años, Martín Nunziata (74) conoció la revolución cubana desde muy cerca pues su papá era médico y fue contratado para trabajar en la isla. Hace 44 años vive en las islas del Tigre. Llegó con su mujer, Vivi, y sus tres hijos en busca de un lugar en el mundo y lo construyó. Su voz es de las más escuchadas en materia ambiental.

Es porque allí tuvo que luchar contra el clima inhóspito, pero sobre todo contra los que llegan para hacer negocios con el ambiente. Aquí, en su casa Ña Juanita, en el Río Carapachay, propone que en el siglo XXI más que la lucha política lo que sirve es un cambio de paradigma con valores amigables con el prójimo y el ambiente.

No obstante reivindica la política como la herramienta de la democracia para transformar la realidad. Advierte que el cambio climático se expresa con dureza sin límite; y por esto merece ser atendido. No se puede hacer cualquier cosa con el ambiente para ganar plata, porque esto trae consecuencias.

-¿Con la pandemia y la temática económica quedó relegado lo medioambiental en la agenda política?
-Primero aclaro que no quiero caer entre quienes se declaran apolíticos. O reniegan de la política. Luego, digo que las gestiones medioambientales fueron y son una peor que otra. Pero iguales de malas. Pero no porque no haya capacidad instalada, o buenos académicos para consultar temas ambientales. Es la voluntad política la que no va por allí. Y es por dos temas fundamentales: uno, que en los países subdesarrollados y del tercer mundo siempre vivimos en coyuntura, en crisis, y esto hace que los problemas ambientales sean considerados “secundarios”, como una ley de humedales… por ejemplo.

-Varias veces perdió estado parlamentario ese proyecto ¿Es por falta de voluntad política ese fracaso o por lobbies que operan?
-El primer proyecto es de hace más de diez años. Fue de un senador socialista, Giustiniani. No es fracaso de los proyectos. Es de los legisladores que no tuvieron la decisión política para que saliera esa ley. Y no hay uno sino varios lobbies. Lo aseguro fehacientemente. Los lobbies empresarios tienen mucha más incidencia sobre las políticas públicas de lo que sale a la luz. Esto no es de ahora. Puedo dar fe de lo ocurrido en 1991 con un proyecto que nosotros llamábamos “descartables 0”, para volver a envases retornables y evitar el desastre de los envases descartables plásticos. Varias organizaciones elaboramos el proyecto a pedido de dos diputados nacionales. A las reuniones de las organizaciones y los legisladores iba un señor que escuchaba todo, y después recorría las comisiones por donde tendría que pasar el anteproyecto. Era un representante de las cámaras de envases plásticos. Después nos avisaron que esa ley no iba a salir. A buen entendedor pocas palabras. Para volver a la ley de humedales, cuando gobernaba Macri llegó a tener dictamen por mayoría en el Senado. Ya no era el proyecto original. Estaba en la de “Ambiente y Recursos naturales”. Y Macri dice “pásenlo a la comisión de Agricultura”. Y allí aparece (el senador nacional Alfredo) De Angeli, un títere del neoliberalismo en el Congreso. Allí podaron el proyecto, para que se puedan destruir los humedales.

-Lo había cortado… ¿la otra razón que afecta la voluntad política?
-Si. Lo otro es que las organizaciones se desencantan ¿Para qué sirve juntar firmas? Igualmente la pandemia nos dejó bastante paralizados. Nosotros paramos pero los lobbies no. Están alicaídas las acciones directas. Hay muchas movidas virtuales. Y también mirá que se había hecho una remada (en enero 2022) de Rosario hasta acá (el delta bonaerense) y luego una manifestación al Congreso. Mientras esos tipos transaban adentro (del Congreso). Fue muy fuerte. Muy potente esa manifestación. Lo que nos falta hacer es, yo lo propuse, una huelga de hambre, atados en el Congreso… hasta que estos tipos de los lobbies den la cara. Reconozco que no tuve eco.

-Ese desencanto de los ambientalistas parece generalizado hacia la política, los políticos…
-No se puede generalizar. La política en sí es la herramienta para transformar aquellas cosas que la gente piensa que deben transformarse. Pero pienso en una democracia más participativa que representativa. Para esto hace falta que la gente participe. Pero es mucho el desánimo que siembra la caterva de tipos que sirven más al poder real.

-¿Y cuáles son otros proyectos que reivindican actualmente los defensores del medio ambiente?
-Aparte de los humedales circulan proyectos sobre el uso de los agroquímicos. Sobre el tema del control de incendios. El control de manejo del fuego está funcionando muy mal. Se tiene que preservar también la cordillera porque el gobierno le está dando mucha bola a todo lo que puede ser recaudatorio también. Mira Vaca Muerta. El fracking (sistema invasivo de extracción de hidrocarburos). La cantidad de agua que se gasta en el fracking, y la arena de sílice más fina, que se saca de acá del delta. Por eso hay un proyecto para regular la extracción de esa arena. También sobre la fumigación con aviones. El uso de glifosato es el uso de veneno. El glifosato es eso. Y después la acumulación de bidones vacíos que es un problema grave. Independientemente de esto las grandes extensiones de soja deberían tener un freno. Con el aumento de precio a nivel internacional quieren plantar todavía más. Hay que parar esa frontera agraria que cada vez se corre más en detrimento del delta. Porque empiezan a traer ganado donde no puede haber. Para hacer los campos para traer ganado prenden fuego porque el alimento barato es el rebrote de lo quemado y acá tenemos buena pastura. La ley de bosques apunta a parar la tala de bosques naturales. Y tiene que haber una punibilidad del crimen. Debe homologarse a los crímenes de lesa humanidad. No una compensación económica porque estos tipos calculan la multa como parte de la inversión.

-¿Hacia dónde va el ambientalismo ahora tras lo peor de la pandemia?
-De cualquier manera, más allá de la pandemia, se siguieron planteando cuestiones. Caso visible son las de la minería a cielo abierto. En defensa de territorios en Catamarca por ejemplo. Este gobierno está aceptando la minería sin haber cambiado la ley, que es un disparate total. Porque prácticamente no pagan nada para llevarse los recursos. Dinamitar un territorio es algo pavoroso. Convierten la montaña en una sopa química y después se van. Y se usa el agua de las nacientes, y se perjudica a pueblos originarios. Para el Río Reconquista seguimos trayendo al MICI, un organismo internacional de resolución de conflictos del BID, porque por el Río Reconquista agotamos todas las instancias, llegamos hasta la Corte Suprema sin resultado. Esas luchan continúan pero lejos de la visibilización. De esto hay que poner como responsables a los grandes medios de comunicación. Los medios ocultan. No es que no hay luchas. No se visibilizan.

-¿Con el avance de las tecnologías, y el bienestar que implica, por dónde pasa hoy la defensa del medioambiente?
-Yo hice unos audios con el slogan “salgamos del WhatsApp”. Yo dije, bueno, ya pasó el aislamiento de la pandemia. Hagamos acciones directas porque esto no se mueve si no. Pero esta es la mirada de un viejo. Yo voy a cumplir 75 años. Seguramente el WhatsApp es una gran herramienta. Yo opto por la presencialidad y la oralidad, la transmisión oral de las experiencias. La única forma de escapar de los algoritmos es la oralidad. No es imponer nada. Y para eso no basta con tener seguidores, ser un “influencer”. (El escritor uruguayo) Galeano dijo algo sensacional: “Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”. Si no haces nada, lo único que vas a hacer es opinar porque precisamente no hacés nada. Creo en un mundo en el que la gente se involucre. Mejorar nuestra vida no es el crecimiento económico. En Dinamarca, el país más feliz del mundo, dicho por los que están mirando el mundo, acuñaron una palabra que no tiene traducción al español: HYGGE, que expresa la satisfacción por estar vivo con las necesidades básicas cubiertas. No a ser millonario, sino a sentirte cálido en tu casa, con tus amigos, familia. Las pequeñas cosas de la vida compartidas con otros. La rescaté de un libro que me regaló mi mujer, Vivi, en 2018 -ella murió hace un año y medio- que se llama “Donde vive el asombro” (Grijalbo. 2018. Fabiana Fondevila).

-¿Es un planteo político el que propone usted?
-No. Es un cambio de paradigma y no de sistema. Es una cuestión filosófica. Antes de la política, una herramienta, está el pensamiento crítico que evalúa como ves el mundo y supone que puede ser distinto. Nosotros pensamos que el sentido de la vida no es el incremento permanente del patrimonio, donde siempre va a haber excluidos y competencia, y una mirada (discriminatoria) al que todavía no escaló; que siembra en el pobre y el de clase media una aspiración que lo hace mirar más al rico, porque cree que siendo rico será feliz, cuando no es necesariamente así. El sentido de la vida se da de patadas con lo que hoy vive la humanidad. La primera revolución no es afuera, sino adentro de uno. Por eso los partidos políticos están en crisis y fragmentados. Y en este punto entra un tercero en discordia. Hasta ahora era el capitalismo o el comunismo. En nuestro país tenemos la versión del peronismo, pero también es capitalista. El cambio climático está hablando por sí mismo. Este tercer protagonista se hace entender con grandes inundaciones, lluvias, catástrofes, calores y fríos extremos, con refugiados ambientales. El cambio climático implica que los polos se derriten. Aumenta el nivel de los océanos. El delta, aunque ahora influye la bajante del Paraná, podría quedar sepultado. Y todo esto se resuelve por el lado de los negocios. Se hace una guerra y luego venden la reconstrucción. Esto en todos los órdenes. No atacan las causas sino que hacen negocios con las consecuencias. Nosotros, en cambio, le apuntamos a las causas. Para ser felices nos tenemos que llevar mejor con el planeta tierra.


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