Película y debate sobre los fusilamientos de Trelew
El documental, Trelew, la fuga que fue masacre, de Mariana Arruti, se proyectó en la sede del Movimiento Evita, en Villa Martelli, el viernes de la semana última, con la presencia de la directora, que luego la proyección habló del filme con el público, contestó preguntas y relató anécdotas y vericuetos de la filmación, en Chubut.
La masacre de Trelew fue el asesinato de 16 militantes de organizaciones armadas de izquierda y peronistas, capturados luego de una fuga de las dirigencias de esas organizaciones, que lograron evadirse del penal de Rawson (Chubut). Las víctimas fueron ametralladas por marinos dirigidos por el capitán de corbeta Luis Emilio Sosa.
Fue en la madrugada del 22 de agosto de 1972. En el gobierno estaba el dictador Alejandro Agustín Lanusse. Por entonces se intentó hacer pasar los fusilamientos por otro intento de fuga, pero nadie, ni en el poblado cercano a la Base Aeronaval Almirante Zar, en Trelew, donde ocurrieron los hechos, creyó en la versión oficial.
Asimismo, hubo tres sobrevivientes de la masacre -Alberto Camps (FAR); María Antonia Berger (FAR); y Ricardo R. Haidar (Montoneros)- que fueron heridos y dieron testimonio de los hechos, pero años más tarde fueron asesinados durante la última dictadura, en 1977, 1979 y 1982 respectivamente.
El rodaje del filme llevó cuatro años y se estrenó en 2004. La versión en DVD (2007) se pasó el viernes, de la semana última, en la sede del Movimiento Evita, en Villa Martelli, con la presencia de la directora, que luego de la proyección habló del filme con el público, contestó preguntas y relató anécdotas y vericuetos de la filmación.
“En Trelew era un tema del que no se hablaba” reveló la directora, y relató que tras el rodaje y el estreno, la película despertó curiosidad en toda la provincia de Chubut, comenzaron a hablar de lo ocurrido, e incluso las escuelas fueron a los juicios que luego se entablaron contra los represores.
El documental muestra como se planeó la fuga del penal, y testimonios de dirigentes sobrevivientes, militantes, historiadores, abogados de presos políticos, guardia cárceles, familiares de estos; los dos remiseros que transportaron a algunos de los fugados y pobladores, entre otros.
La directora reveló que sabía a ciencia cierta que “se hizo inteligencia sobre el público (que fue a ver el filme) y sobre los cineastas”. Prensa Libre le preguntó sobre la elección del género para hacer la película, las motivaciones para hacerla y opiniones personales sobre algunas cuestiones que plantea el filme.
-¿Por qué le interesó este hecho para filmar? -Porque de alguna manera, los fusilamientos de Trelew tienen que ver con una historia no visibilizada. Todo el trabajo que significó el proceso de la CONADEP (Comisión Sábato), el juicio a las juntas (de dictadores que arrebataron el poder del Estado entre 1976 y 1982) y todo lo que pasó en los `80 visibilizó la situación de los desaparecidos, pero, porque no había otra manera de hacerlo, configuró la idea puramente de la víctima. Se invisibilizó todo lo que tuviera que ver con la lucha armada revolucionaria. La historia de los fusilamientos de Trelew sin duda llevaba a hablar de esto, no había otra, los fusilados eran integrantes de grupos que optaron por la lucha armada, responder a la violencia del Estado con violencia organizada de ejércitos populares. Eso también era una cosa que me interesaba relevar. Lo cual no fue sencillo en el año 2.000 cuando nosotros empezamos a trabajar. Era bastante complicado conseguir testimonios, no me refiero a los de militantes o abogados, sino a la gente del pueblo. Había mucho temor, como una sensación de que habría represalias y nuestro diagnóstico fue: ´claro, es lo que dejó la dictadura, el temor de los años posteriores` a la masacre. Y en 2006 aparece la denuncia del cabo (de inteligencia, Carlos) Alegre que todavía se hacía inteligencia desde la base Zar.
-¿Eligió desde el vamos hacer un documental o pensó en una ficción? -Yo vengo de la antropología, entonces para mí el género documental era natural. Pero no hubiera tenido el dinero para hacer Trelew como ficción. Yo defiendo el género (documental) porque me parece que es muy lindo si uno lo puede construir. Esta organizado en términos ficcionales aunque es un documental. Musicalmente, fotográficamente y narrativamente se pensó en un relato que no estuviera anclado desde el presente a reflexionar sobre el pasado, sino a contar la historia casi en tiempo real. Esto significó un problema en el momento de editar y con el guión mismo, donde teníamos el personaje que tenía que estar presente en el inicio y desaparecer luego. Nuestro personaje eran esos militantes que se integran a la lucha armada y van a ser fusilados el 22 de agosto. De alguna manera se fueron encarnando en los otros compañeros que hablan al principio de la película. No se habla de la muerte desde el principio del documental sino cuando ello ocurre, y eso es del género ficcional. Cualquier documental es una ficción también: hay una mirada, un recorte y uno construye la historia como si esos personajes no fueran reales.
-La dirigencia logra fugarse de Trelew ¿Se le ocurrió cuestionar ese desenlace? -No… la verdad que no. Yo hablé con ellos de estos temas. Claramente hay una estratificación de grados (entre los presos de las organizaciones armadas), eran un ejercito militarizado y claramente había un primer grupo que se iba a ir, un segundo grupo y un tercero. Pero una cosa que a mi me tocó el alma es enterarme de que los que inician el operativo en el penal son los dirigentes, ellos van adelante armados, al revés de lo que sucede al momento del escape. No sé si era posible hacerlo de otra manera, pero creo que desde la propia subjetividad de los militantes, eso era parte de lo que debía ser.
